viernes, 14 de junio de 2013

Miguelángel en la cripta


En el otoño de 1529 las tropas de Carlos V ponen sitio a Florencia. El Emperador ha tomado partido por los Médici, a quienes ayuda a volver al poder. Los días de la república florentina están contados. El más egregio vecino de Firenze, el maestro Buonarrotti, apoya al viejo régimen de la ciudad y ha diseñado las fortificaciones que servirían para defender la ciudad del asalto de las huestes imperiales.

Desde la primavera de 1527, cuando el Sacco de Roma desestabiliza toda Italia, los Medici están fuera de Florencia. Aprovechando la agitación del momento, con las tropas imperiales ocupando Roma, los florentinos se levantan contra el despotismo de los Medici y proclaman la república, obligando a salir de la ciudad a los príncipes mediceos, el duque Alessandro y el cardenal Hipólito.

Manuel Múgica Láinez, en su 'Bomarzo', traza la semblanza de los dos personajes, el amable cardenal Hipólito, heredero de la noble vis humanística de sus mayores, y el torvo Alessandro, hijo bastardo de Lorenzo II, el hijo del Magnífico; otros decían que su padre verdadero fue el entonces Papa Clemente VII, que lo tuvo, siendo todavía cardenal Giulio de Médici, con una sirvienta mulata, de ahí sus rasgos negroides, tez oscura, pelo africano, labios gruesos y prominentes que le propiciaron el mote de 'el moro'.

Michelángelo, que conocía el caracter odioso de Alejandro el Moro, temía razonablemente las represalias que pudiera tomar en su contra y en el invierno de 1530 decide esconderse, precaviéndose de la previsible violencia del Médici bastardo. Para escondite, escoge el mismo sitio de una de sus obras; como si se enclaustrara en las entrañas mismas de su arte, el maestro Buonarrotti vivió unos oscuros meses en la cripta de la Sacristía de San Lorenzo, debajo de la capilla donde él mismo diseñó y esculpió las tumbas de sus patronos y mecenas, los Médici.

En los meses que allí estuvo, en las paredes de la cripta, MiguelÁngel dibujó rostros, miembros, cuerpos, ropas, fragmentos de hombres reales o imaginados, amados o temidos, soñados o inventados, sacando fuera de su mente y dejando en los muros un abigarrado conjunto de formas cargadas de sugestiva fuerza, como la expansiòn incontenible del genio oprimido por la vida y encriptado por la historia del momento.

Merced a la intervención indulgente del Papa Clemente, Miguelángel puede al fin dejar su reclusión y salir de Florencia. En la cripta quedaron, oscuros y olvidados, los bellos trazos atormentados de aquellos días ocultos, auténtica caverna de arte y genio, rastros de alma y de historia.

En 1975, durante una restauración de la sacristía, los impresionantes dibujos del Michelángelo fueron descubiertos. La cripta, dada la fragilidad de los graffiti miguelangelescos, nunca se ha abierto al público, sólo permanece accesible a los pocos expertos que gozan del privilegio de su estudio y conservación.

Hace un par de días, la edición florentina del diario La Reppublica sacó un artículo con una galería de fotos de la cripta y los graffiti.

Por eso este artículo.

N.b. Si no han leído (anzi releído) el Bomarzo, nunca sabrán bien trazarse y revivir una semblanza de aquel fascinante Cinquecento, cuando los últimos espectros del Medievo aun latían agonizantes en el azogue apulgarado de los espejos del último Rinascimento, vuelto ya Manierismo, crisálida temprana del Barroco.

+T.