martes, 18 de septiembre de 2007

No hay mejoría

Alan Greenspan, con su cara de perro viejo tristón y miope, siempre me ha dado la impresión de hombre honrado; pero también de que sólo le dejan hablar cuando lo que tiene que decir conviene a los del gobierno (de los EEUU, of course), y sólo de su especialidad, la (gran) economía. Tantas veces me he quedado con la impresión de que calla más que cuenta.

Ahora, en unas memorias de inminente publicación, se permite soltar algunas perlas; entre ellas esa que ayer sorprendía en los noticiarios: Que la guerra de Irak se planeó, ejecutó, y se ha mantenido por el oscuro y pegajoso petróleo ; lo demás, todo lo demás, eran excusas y falsas coartadas.

Las palabras de Greenspan son como las del niño que grita que el Rey está desnudo en el cuento de "El traje nuevo del Rey"; porque tantos que no somos Greenspan ni tenemos dotes de adivino, ya sabíamos que esa perversa "guerra preventiva" era una canallesca balandronada de la nefasta estirpe de los Bush, petroleros y presidentes (antes petroleros que presidentes).

¿Y ahora qué? Ahora que las ratas de la guerra abandonan un Irak devastado, dividido, empantanado en sangre (y en petróleo), ¿ahora qué?

Pues, aunque parezca mentira, ahora Sarkozy amaga amenazante (un rebrote de "grandeur"?) con trasladar el conflicto bélico al Irán, que está un poco más allá de Irak y que también tiene petróleo (y quiere tener armamento atómico).

Terrible, ¿no?

Pues esas tenemos.


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